¿Qué tiene que ver un “Huevo Kinder” con una joya y una urraca ladrona? Pues que si los mezclamos en una cocktelera obtenemos el packaging perfecto. El envase de un producto debe guardar la sorpresa en su interior y, a la vez, tiene que “entrar por los ojos” y provocar ese deseo irrefrenable de querer tenerlo. El buen packaging tiene personalidad propia y nos da pistas de lo que guarda en su interior.
Pero queridos amantes de Disney: aquí la belleza está en el exterior.